¡No sin mi barba! El poder está en tu rostro

Y después del lumbersexual, ¿qué?

By Albertiño

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Cuidadas barbas, camisas de leñador y tatuajes. Vestidos de tirantes, botines, fulares de flores. Los atributos fundamentales del ser humano moderno. Ninguna etiqueta más que añadir, señoría. Y no hablamos de etiquetas cosidas en la chepa de la chupa de cuero (Loewe, algo con caché). No. Etiquetar como acción que reinvente ideas, conceptos que en realidad llevan inmutables desde el pleistoceno, pero que con el envoltorio de un título nuevo parecen recién descubiertos,

Aquí y ahora, unos apuntes alrededor de tendencias de estilo modernete, pero que en una segunda lectura son lo más detodalavida que hay,

Para empezar con buen pie, desayunemos. Mucho se habla ahora de la imparable gentrificación del este de Londres (Soredich, Hackney e hijuelas). Todo cuando moderno que se precie habita o se airea por estos barrios. Imaginemos que empezamos el día en la meca del desayuno moderno, Cereal Killer, un sitio ideal para gente ideal, que ofrece 120 variedades ideales de cereales y –aguanta- 13 tipos de leche. Un tazón de leche de fresa con Golden Grahams, por ejemplo, a un precio mínimo de 2,50 libras (unos 3,10 euros). Todo un desayuno de leñador. ¿De leñaqué?, ¿en qué tipo de bosque habitan leñadores que toman leche de fresa??. Que les destrozaran el chiringuito los propios vecinos el verano pasado nada tiene que ver con gentrificaciones ni elevados precios en un barrio muy pobre, no. Es la leche de fresa, que la carga el diablo y tomarla provoca estas reacciones. Con un solysombra y churros esto no hubiese pasado,

 

La imagen cuidada al milímetro para que parezca descuidada. Más viejo que andar a pie. En este reinado de las redes sociales, mola mucho ser emprendedor (barbudos ellos, naïf y creativas ellas), vestir con aires de fiebre del oro en las montañas americanas (ellos), llevar bolsos de cuero con bandolera hasta el tobillo (ellas), pisar firme con unas Panama Jack y portar mochilas rudas en las que no hay pico ni cuerda, sino un MacBook Air (ambos). Y todo pasado por un filtro retro de Instagram.

 

Lady-Cacahuete,

Lady Cacahuete

This-boots-are-made-for......,

This boots are made for…

Con este derroche, no conviene perder la ruta: Las Panama Jack lo petaron en el verano de 1992, con la Expo, Cobi y tal. La bandolera que luces, querida, la llevó Jane Birkin mucho antes que Hermés perpetuase su nombre con un bolso. De la camisa de cuadros en franela barata…., cuando reflotaron Riaño del pantano encontraron colchones hechos con esta tela. Y cuando tu tío cogió el camping para ampliar el bar del pueblo sin saber muy bien cómo le iría, a eso ahora se le llama emprender. El diccionario, las palabras y sus distintas acepciones,

Campesinas-ultraluxe,

Chanel: Campesinas ultraluxe

 

Profesiones de siempre que ni fu ni fa y que ahora son lo más. Los cocineros son los nuevos reyes del mambo. Y hacer pan, se sale. Los new panaderos tienen un pasado inmediato de directores de marketing, banqueros y diseñadores gráficos reconvertido en agua, harina y sal. Los panaderos ya no amasan, crean. Ya no cuecen, fotografían las barras. Ya no usan levadura, la masa-madre es el nuevo átomo. El CSIC tiene ahora panaderos como nueva línea de investigación. Las panaderías de hoy tienen colas de espera, cuecen bajo pedido y estar en la lista de hogazakilo es más VIP que el front-row de Chanel. Es guai ser panadero, pero en fino: horario comercial, nada de madrugones (el corrector de ojeras va muy caro) y tampoco se abre el domingo, que el llintoni del sábadonoche es sagrado,

 

Hogaza-supermodelo,

Hogaza supermodelo

Entender de vinos. Esto sí que es el despiporre. Por una parte y por otra, mejplico: por parte de los bodegueros, que tiene tela. Y por parte de los consumidores, más tela todavía. Los primeros, ante el consumo mayoritario de cerveza, que arrasa, quieren aligerar y acercar la imagen del vino a las nuevas generaciones (no sólo del pepé), ofreciendo nuevos productos de corte moderno y una imagen más que atractiva. Bien. De verdad que bien. El tema se encalla un poco cuando abrimos guías de vinos o revistas que abordan el tema y entrevistan a estos bodegueros. El 80% no baja de marqués. Y el 20% restante heredaron la bodega o el viñedo (mejor me lo pones) o son los parientes díjcolos que vuelven al redil después de dar tumbos por aquí y acullá. Vamos, familias bien del siglo XXI igualitas a familias bien del XIX,

Con el consumidor medio pasa un poco como en el parchís, me como una y cuento veinte: pruebo un rioja y controlo ya hasta la producción de merlot chileno. Echo mano de una marca conocida y mainstream (venga, Marqués de Cáceres vale) y la parroquia creerá que recito de memoria las cosechas excelentes de los últimos treinta años. Pues no. Mejor ir pasito a pasito, cuanto más se pruebe, más y mejor se conoce y valora lo siguiente. Palabrita de no-marqués,

 

Vicente Dalmau-Cebrián Sagarriga

Vicente Dalmau-Cebrián Sagarriga

Tomar tarta y café. Lo que es una merienda, vamos. Garitos para merendar que salen como setas. Sin salir de Malasaña, Madrid, barrio modernoporquesí, podemos encontrar la mitad de locales comerciales que venden café y/o diversos festivales de azúcar. Todo muy adornado y que entronca bien con las conversaciones animadas de la fauna que ocupa las mesitas veladores. Si el café de siete variedades (orgánicas todas ellas) que venden lo sustituímos por un café expresso normal, creo que mis padres empezaron de novios merendando de la misma manera. En 1962, por cierto.

Lolina Vintage Café. Madrid

Lolina Vintage Café. Madrid

 

Músicos con cara de ardor de estómago. Ya sea en festivales de falla y petardo o en festivales de zurito y pintxo, da igual. La cara de apretado es tendencia. Una mezcla de compungimiento, malestar general y dolor de muelas. Los ejemplos actuales, que no voy a mencionar, sobran. Ay, pero en estos menesteres aún les queda mucho por caminar hasta llegar al líder. Luis Eduardo Aute encandilaba a todas y todos con menos parafernalia e igual efectividad: una camisa generosamente abierta, ojitos entreabiertos y pose de haberse caído por un terraplén. Ejemplo claro de eficacia estética con nada de medios. El menos es más definitivo. Apunten, músicos del mañana,

 

Luís-Eduardo-Aute,

Luis Eduardo Aute

Ponerle título a toda cuanta corriente aparece. Identificar apariencia, aficiones y modo de vida es una melé bien loca. La metrosexualidad es ya cosa del pasado, sabiendo que pasado es cualquier cosa que supere los ocho meses en boca de todos. El ansia viva por descubrir y nombrar nuevas corrientes y tendencias hace que términos como metrosexual (urbano total), hipster (muerte súbita del término por éxito igual de súbito), normcore (adoración de la no-marca y ropa de Carrefour) y lumbersexual (como el metro- pero con leña por delante) parezcan palabras sacadas del cuento de los tres cerditos,

Ahora mismo, y desde el pasado verano, tenemos aquí una nueva hornada (panadería molona, recuerda) de términos como yuccies, muppies o el todavía vigente lumbersexual (le quedarán dos telediarios),

  • yuccies (palabro que resume a los young urban creatives, los «jóvenes urbanos creativos»), lo que previamente antes de antes eran los yuppies, una suerte de emprendedores (ya sabéis, nietos del tío del bar del pueblo): van en zapatillas a trabajar, actualizan su perfil social a menudo, son apasionados foodies y tienen una visión estética, cómoda y complaciente de la vida,

 

  • Los muppies (mix de millennial y yuppie) son tecnológicos, pero también comprometidos. Defienden la calidad de vida como prioridad, son runners, crossfiteros o practican yoga, reciclan, escriben blogs y abanderan causas solidarias, más de boquilla que de convencimiento.

 

  • Pero centrémonos un poco, porque lumbersexual sigue siendo el término en boca de todos. Las revistas de tendencias están cuajadas de hombres con barba que reivindican una vida rural que nunca vivieron. Hoy el hombre moderno es lumbersexual, pero de adoquín total. Y para recordar esa vida de campo existen asignaturas escolares tipo “conocimiento del medio”, tan necesaria para recordar que la leche no sale del frigorífico. Los lumbersexuales adoran la vida campestre, pero sin olor a vacas de por medio. Pagan verduras como el kale a precio de caviar sin reparar que la base del caldo de su madre era esa col rizada, sin más. Se preocupa de llenar el carrito con productos de proximidad, sin coscarse mucho de si el pescado que acompaña viene de la fosa abisal del Atlántico o de esteros de Doñana.

La  turra lumber viene desde la pretendida normalidad: en los lumbersexuales se ve un rol netamente majculino, tradicional. Barba, kilos y dejadez acompañan discretamente el tema. Cero crosfiterismo ni gimnasio a la vista. Son manitas, arreglan un poco de todo y con solvencia manejan cacerolas y recetas. Las lumbersexualas comparten mañas en el hogar, pasean menos kilos obviamente y compatibilizan la descendencia con un trabajo onlain. Se plantean entre los dos una pater y maternidad responsable y consciente como proyecto común, pero sin renunciar a seguir tomando un vino con los colegas. Pues eso, unos padres con la cabeza en su sitio, más normales que normales.

 

Madre-responsable-tomando-un-vino,

 

En realidad, podríamos seguir con ejemplos y mil detalles más, abordando distintos códigos estéticos, pero llegaremos a la misma conclusión: Títulos, títulos, títulos. Tan necesarios para reinventar y cambiar conceptos para que todo siga igual, que así dicho parece una canción de Pablo Abraira. Gran lumbersexual el Abraira, por cierto,

Pablo-Abraira,

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