¡No sin mi barba! El poder está en tu rostro

A+A: luz y forma de su esencia… barbuda

By Albertiño

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¿No era negra la a de Rimbaud? ¿blanca la e? rosa la i, creo …¿y azul y verde la o y la u? Despierta, grumete… que voy a por el desayuno, el poemario y te leo mientras peinas pelos, barbas y mañanas de sol que no quema.

A negro, E blanco, I rojo, U verde, O azul: vocales,

algún día diré vuestros nacimientos latentes:

A, negro corsé velludo de moscas relucientes

que se agitan en torno a hedores crueles,

Golfos sombríos; E, candor de vapores y tiendas,

lanzas de orgullosos glaciares, blancos reyes, escalofríos de umbelas;

I, púrpuras, sangre escupida, risa de labios bellos

en la cólera o en borracheras penitentes;

U, ciclos, vibraciones divinas de mares verdosos,

paz de las dehesas sembradas de animales, paz en las arrugas

que la alquimia imprime en las grandes frentes de los estudiosos;

O, supremo clarín repleto de extrañas estridencias,

silencios atravesados por mundos y por ángeles:

– O, la omega, ¡rayo violeta de sus ojos!

Préstame esa alquimia, marinero e inventemos colores, pero no para vocales, mares, ojos y noches en vela. Cántame los olores de esas noches y te los pintaré en el lienzo de tu pecho.

A+A luz y forma de su esencia… barbuda

“Cedro …¿y si te digo cedro?”

Cuántas fragancias, cuántos recuerdos, frascos vacíos, llenos de alma de luz. Memoria olfativa con aroma amaderado. Atracaremos el bosque húmedo en la mañana y el sarmiento retorcido del atardecer. Abrazaremos esa sensación como si no tuviésemos vida propia ni ajena, presente ni futura. Con la espalda sudorosa correremos monte a través. ¿Subimos? Dame la mano y ayúdame, nos encaramamos a esa rama desde la que miraremos cara a cara al sol cegador.

Este cedro no es verde hoja, ni verde madera aburrida. Tu cedro es rojo como el último rayo que se cuela en el camarote antes de morir. Rojo como el vestido y los labios de aquella muchacha que te cantaba sobre el Sena que “sous le ciel de Paris s’envole une chanson”.

A+A luz y forma de su esencia… barbuda

Olvídala, y cierra ese frasco, que todavía me duele París, hermano. Olvida y dame otro olor.

“Salvia, salve emperador de barba casi, casi blanca”

Lo odias y lo deseas, a partes iguales. Deseas hacerlo tuyo. Siete pecados capitales reconocidos (hay más, bastantes más…), pero mojaremos la barba hoy en soberbia y lujuria. Salvia soberana y sexual, uva pasificada, limón, bergamota ¿un palo de canela?, quizás. La salvia es vino, porque a vino saben los besos y de ese color es la marca que dejan en el alma y en el cuello, que ya lo decía Víctor Hugo, que hay que amarse, hay que decirlo y luego escribirlo, y besarse en los labios, en los ojos, y en todas partes….,

Deja ese cuaderno y dame un beso, que quiero ver yo también si saben a vino y si dejan una marca de fuego que ni el tiempo puede borrar. Nadie nos reconocerá, besaremos porque sí. Ésa es la única y maravillosa explicación.

A+A luz y forma de su esencia… barbuda

“Jengibre, parfum de pute”

Aroma dulce, corazón picante. Lemongrass, lima, grosella, pimienta negra y mucha barba. Tout va bien….., Pégate como barro cocido al cuerpo. Te quedarás a vivir. Querido y deseado, tu recuerdo y mi vida caminarán a la par, paso a paso…, hasta que te vayas, dejando una sonrisa dulzona en esa ausencia que no podremos llenar. Galantería y caballerosidad infinitas. Y como no quiero que te vayas, taparé ese frasco, antes de que huyas a otros brazos, a otras noches que no sean nuestras. Arrópame de nuevo una noche más, despiértame mañana. Y pasado. Y todos los días, hasta que no haya más.

El jengibre es naranja, porque ese es el color de tu alma.

A+A luz y forma de su esencia… barbuda

“Clavo, París y espinas”.

A cada rosa le llega su clavo. Para potenciar, para seducir, para ser todo lo rosa que eres, necesitas clavo en tu vida. No mires a otro lado, es a ti a quien te estamos hablando. Todos los focos te iluminan y desafían, no hay dobles de luces, eres protagonista. Miles de rosas te rodean. El aroma es tan intenso que te nubla el sentido. Los tejados de París. Pizarra y losa, hierro forjado que ve la vida pasar desde las alturas. El ramo de rosas tiene espinas, clavos de tacto intenso, como intenso es el olor de las rosas. Y del clavo. Espinas justas para pinchar y hacernos volver a la realidad, esa realidad en la que somos inmortales: el alma se nos deshoja por el temporal, que tornará la rosa iniciática en una fuerte marejada, noche oscura que nos muda de aroma hasta llegar a ese olor a mar que nos enamora sin medida,

Aquí me quedo, negro absoluto, como las noches de invierno en París, como el Sena con desamor. Negra es tu barba cuando la miran mis ojos negros al caer la noche y negra suena tu voz cuando me cantas al oído, cuando me mientes. No dejes de mentirme jamás. Miénteme, truhán.

A+A luz y forma de su esencia… barbuda

“Cristal, azul y cuero que nos devuelven a casa”.

Cuir matelassé. Puntadas libres en un discurso sin sentido, absurdo, irreal y adictivo. Notas químicas, locura colectiva. O de cómo beber hasta perder el sentido. O de como besar a otra persona hasta ser uno sólo. O de como seducir con aroma mate, pero totalmente brillante. Notas de hierro y cuero, reflejo granate de vino viejo que tiene más memoria que cualquier cabeza. Memoria para olvidar. Para recordar. Para negarlo todo. Y para sucumbir, siempre. Mira. Ríe. Baila y haz bailar a tu ritmo a quien te mire. Ahora, mírame y quítate la ropa. Como ves, yo ya estoy desnudo y el agua está fría. Entraremos en el agua mientras te canto aquello de adieu, addio, adiós al viejo mundo, a los recuerdos del pasado, a un sueño jamás soñado….ad un attimo d’amore che mai più ritornerà.

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